La expresión mundo multipolar particularmente
designa y caracteriza el tipo actual de sistema internacional, en
oposición al mundo bipolar de la guerra fría, este último
destacando y potenciando la oposición entre los Estados Unidos y la URSS como
las únicas y verdaderas superpotencias mundiales hegemónicas de la segunda
mitad del siglo XX.
En el rango actual de potencias poderosas
con notoria visibilidad internacional, continúa sobresaliendo Estados Unidos,
aunque la lista se alarga además con Unión Europea, China, Japón,
y Rusia, así como también con destacadas potencias regionales tales como India,
Brasil, Turquía, Corea del Sur, Israel, Sudáfrica, y Argentina.
Estados Unidos de América
Los EEUU son la primera potencia
económica mundial (y segunda si se cuenta la Unión Europea).
EEUU es miembro de la OTAN, tiene un poderío militar incuestionable, y
además es un importante actor comercial y cultural.
Y la supremacía estadounidense también se
manifiesta muy especialmente en el sector financiero y en los asuntos
monetarios.
Los Estados Unidos continúan ocupando el
primer lugar en cuanto a influencia política y a diplomacia, a pesar
de la notoria pérdida de terreno en esta materia respecto de la situación
imperante en el siglo XX (debido al surgimiento de destacados actores
en Asia, y además como consecuencia de la progresiva unificación y coordinación
de Europa en asuntos de política exterior).
Los estadounidenses no están aún muy
habituados a este mundo multipolar, lo que les ha llevado a cometer errores, y
lo que ha generado y genera un buen número de críticas respecto de su política
internacional, con frecuencia calificada más o menos despectivamente de (Actuación
como gendarme del mundo).
Unión Europea
Primera potencia económica mundial (31% del
PIB global) y comercial, la Unión Europea no logra totalmente tener una
influencia política en la escena internacional acode a su rango; las
divergencias de puntos de vista de los estados europeos en cuestiones
importantes, como por ejemplo la Guerra de Irak, con cierta frecuencia
impiden alcanzar una posición común.
No obstante, ciertos signos positivos
permiten esperar alguna evolución en esta materia.
En efecto, una posición
común de la Unión Europea, bastante monolítica, en relación a cuestiones de
actualidad como Irán o como Libia, junto a la voluntad expuesta
por Francia de tomar la defensa de Europa como una cuestión mayor del
gobierno encabezado por Nicolas Sarkozy, dan que pensar respecto de que
avances significativos podrían concretarse en los próximos años.
República Popular de China
Con un crecimiento de cerca del 10 %
anual, China es parte del grupito de países emergentes, que pretenden y anhelan
un lugar de destaque en la escena internacional.
Miembro permanente del Consejo de Seguridad
de la ONU (Organización de las Naciones Unidad), China aspira hacer pesar su
potencialidad (económica y demográfica) en el plano internacional.
Exhibiendo una tímida alianza con Rusia,
con quien comparte la aspiración de ver reducida la influencia americana, China
no puede, en el momento actual, prescindir de sus relaciones económicas con
occidente.
China trata de fortalecerse y de liberarse,
para mantener una mayor independencia respecto de los posibles
condicionamientos o presiones de otros estados. Y las relativamente recientes
presiones de Europa en cuanto a su política de derechos humanos,
así como la gestión de la crisis tibetana contemporánea de los Juegos
Olímpicos de Pekín 2008, la refuerza respecto de este objetivo.
Con unos 1350 millones de habitantes, en
varios aspectos China es sin duda un país de primer plano, al que conviene
prestar atención.
Japón
Muy destruida durante la Segunda
Guerra Mundial, Japón consiguió desarrollarse gracias a una decisiva ayuda
americana, y gracias a una eficiente y estricta gestión económica interna.
Actualmente un importante aliado de Estados
Unidos, Japón fue por mucho tiempo la tercera potencia económica mundial (y la
segunda si se consideran en forma separada a los países europeos), pero al
igual que Europa, su influencia política y diplomática no está a la altura de
esa fortaleza económica.
Japón es candidato a ocupar un sitio
permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Japón
integra el llamado Grupo de los cuatro junto a Alemania, India, y
Brasil, y los cuatro tienen la misma aspiración). Este anhelo de Japón es
apoyado por Estados Unidos, aunque no lo es por China.
Japón es sin duda un socio comercial muy
importante en todo el este de Asia, y juega un rol preponderante en la economía
mundial.
Rusia
Antigua superpotencia mundial, algunos de
los países integrantes de la ex-URSS comienzan a tener una potencialidad y un
dinamismo comparable al que tenían antes de la caída del Muro de
Berlín.
Primer proveedor de gas natural y segundo
exportador de petróleo, Rusia juega un rol importante y clave en cuanto a la
seguridad energética mundial.
La evolución del precio del petróleo en
estos últimos años, contribuyó por cierto a la recuperación económica de Rusia.
Pero antes muy unida a los países de Europa
del Este a través del Pacto de Varsovia, aún no se resigna a aceptar
su pérdida de influencia en esa zona, que cambió en provecho de occidente (expansión de
laUnión Europea del año 2004, promesa de integración en la OTAN tanto
a Ucrania como a Georgia, etc.).
Polaridad en las relaciones internacionales
Este concepto se refiere a la distribución
del poder dentro de un sistema internacional.
Básicamente hay tres modalidades de
polarización de un sistema internacional: Unipolaridad, Bipolaridad, y
Multipolaridad. Una cuarta clase, menos utilizada, se refiere a un esquema
tripolar, o sea cuando claramente existen tres grandes focos o centros de
poder.
La mayor parte de los teóricos en materia
de relaciones internacionales, considera que la conformación y el
funcionamiento de un sistema internacional, depende en grado sumo de cómo se
distribuye el poder entre las distintas naciones líderes, así como de la
efectiva influencia o hegemonía de cada uno de estos estados en una región en
particular o a nivel internacional.
Identificación de los centros de poder
Una de las dificultades para identificar o
definir un centro de poder, radica en la caracterización y análisis del tipo de poder de
que se trate. No existe consenso sobre qué modalidades de poder son más o menos
importantes que otras, y cuáles son características esenciales de una superpotencia
o de una potencia regional. No obstante, existe un relativo consenso de que el poder
militar, el poder económico, y el poder político-diplomático, son determinantes
cualquiera sea la jerarquización o clasificación que se adopte.
La discusión sobre este asunto, debe
centrarse en lo que debe entenderse por poder, en cómo mensurar el poder de un
determinado país, en el tipo de poder que se considera (real e inmediato, o
potencial o diferido), en la jerarquización que se tiene en cuenta al evaluar
las distintas categorías de poder, etc. Simplemente no hay consenso al
respecto, pues las corrientes teóricas de las relaciones internacionales,
de la geopolítica, y de los estudios estratégicos (planificación
estratégica), no aportan soluciones definitorias.
Los centros regionales de poder son
cualitativamente distintos de los polos de poder globales, no solamente en
cuanto a diferencias económicas, o en cuanto alcance y tamaño, o en cuanto a un
posible involucramiento militar, sino también porque la competición entre
regiones, o entre ciudades, o entre provincias, es bastante diferente de la
competición internacional o de la competición entre continentes.
La polaridad en el sistema internacional
depende básicamente del número de centros con real e importante capacidad de
actuación, con independencia de tiempo y lugar. Por cierto otros indicadores
puede que sean también importantes, como por ejemplo, la capacidad de manejo de
la energía nuclear, la capacidad de ataque o contra-ataque, la
influencia en los organismos internacionales, la imagen-país y
las cuestiones culturales, etc.
Creación del estado Israelí.
El estado de Israel (Medinat-Yisrael) inició
su existencia en 1948, a los pocos meses de que la Asamblea General de las
Naciones Unidas hubiera optado por la partición como única solución posible a
las rivalidades árabe-judías en Palestina. Su creación fue el momento
culminante de más de sesenta años de agitación sionista. Palestina, una gran
parte del imperio otomano, quedó bajo control británico durante la primera
guerra mundial y desde 1923 bajo la administración de Gran Bretaña por mandato
de la Liga de Naciones. Los británicos ya habían prometido su ayuda a los
judíos para el establecimiento de un hogar nacional en Palestina en la
Declaración de Balfour (1917), con tal de que fueran respetados los derechos
civiles y religiosos de las comunidades no judías allí existentes. El
resentimiento de los árabes ante la creciente inmigración judía se había puesto
ya de manifiesto en una clara rebelión, hasta el punto en que los británicos se
vieron obligados a poner límites a una ulterior entrada de judíos. Tras la
segunda guerra mundial, y en plena actividad terrorista judía y árabe, la
situación se deterioró rápidamente y los británicos se vieron obligados a
entregar su mandato.
SIONISMO
El sionismo dicta la creación de una entidad
estatal para los judíos dispersos por el mundo. A pesar de ser un movimiento
eminentemente laico, el sionismo vio en Palestina, tierra donde se fundó el
judaísmo, el lugar ideal para realizar su proyecto nacional. Desde principios
de siglo este movimiento propicio la instalación de judíos europeos en ese
territorio todavía bajo administración otomana.
Este movimiento político fue establecido
oficialmente por el periodista austro-húngaro Theodor Herzl a
fines del siglo XIX.
El sionismo sostiene que los judíos son
primordialmente un grupo nacional como los polacos o los alemanes y no un grupo
religioso como los musulmanes o los católicos y que, como tal, tenía derecho a
crear su propio Estado en su territorio histórico, considerando que con ello
devolvía al pueblo judío su estatus de nación y pondría fin a dos milenios de
vida en el exilio.
Los objetivos del sionismo son:
1. La unidad del
pueblo judío, su vínculo con su patria histórica (la Tierra de Israel) y
la centralidad del Estado de Israel y Jerusalén su capital, en la vida del pueblo.
2. Aliyá a Israel
desde todos los países y su integración en la sociedad israelí.
3. El fortalecimiento
de Israel como Estado judío-sionista y democrático y su modelación como
sociedad ejemplar, poseedora de un carácter moral y espiritual único, basada en
el respeto mutuo del multifacético pueblo judío y en la visión profética que
aspira a la paz y contribuye para la mejora del mundo.
4. La garantía del
futuro y distinción del pueblo judío a través de la promoción de la educación
judía, hebrea y sionista, el cultivo de los valores culturales y espirituales
judíos, y la institución de la lengua hebrea como su idioma nacional.
5. El cultivo de la
responsabilidad mutua judía, la defensa de los derechos de los judíos, tanto
individuales como de nación, la representación de los intereses nacionales
sionistas del pueblo judío y el combate a toda forma de
expresión antisemita.
6. La población del
país como expresión práctica de la realización sionista.
RESOLUCIÓN
DE LA ONU
El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea
General de las Naciones Unidas, reunida en Nueva York, aprobó la Resolución 181,
la cual recomendaba un plan para resolver el conflicto entre judíos y árabes en
la región de Palestina, que se encontraba en esos momentos bajo administración
británica. El plan de la ONU proponía dividir la parte occidental del Mandato
en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un área, que incluía Jerusalén y
Belén, bajo control internacional. La incapacidad del gobierno británico para
llevar a cabo este plan, junto con la negativa de los países árabes de la
región a aceptarlo, tuvo como consecuencia la guerra árabe-israelí de 1948. La
partición fue aprobada gracias al apoyo de dos bloques antagonistas: el
comunista y el democrático-occidental.
La Organización de las Naciones Unidas nombró
un Comité Especial para Palestina con la misión de resolver la disputa entre
judíos y árabes de Palestina, la UNSCOP, compuesto por representantes de once
países. Para garantizar la neutralidad de este comité, se decidió que ninguna
de las grandes potencias estuviera representada. Después de varios meses de
auditorías y encuestas sobre la situación en Palestina, la UNSCOP emitió un
informe oficial el 31 de agosto de 1947. La mayoría de los países de la
comisión (Canadá, Checoslovaquia, Guatemala, Holanda, Perú, Suecia y Uruguay)
recomendó la creación de dos estados separados, uno árabe y otro judío, con
Jerusalén bajo administración internacional. Australia se abstuvo, y el resto
de los países de la comisión (India, Irán y Yugoslavia) apoyó la creación de un
único estado que incluyera ambos pueblos.
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea
Plenaria de la ONU votó el plan de partición recomendado por la UNSCOP, siendo
el resultado final de 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones, a la
vez que hizo ajustes en los límites propuestos entre los dos estados. La partición
tendría efecto a partir de la retirada de los británicos. Apenas dos semanas
después de aprobarse la resolución de la ONU, en una reunión pública celebrada
el 17 de diciembre, la Liga Árabe aprobó otra resolución que rechazaba
frontalmente la de la ONU y en la que advertía que, para evitar la ejecución
del plan de partición, emplearía todos los medios a su alcance, incluyendo la
intervención armada. La amenaza árabe, que finalmente cumplió, no tuvo ninguna
respuesta por parte de Naciones Unidas.
PRIMERA
GUERRA ARABE – ISRAELI
Países
implicados: Egipto, Irak, Líbano, Siria y Transjordania atacan a Israel.
Causa:
Declaración universal de independencia de Israel el 14 de mayo de 1948.
La guerra árabe-israelí de 1948, también
conocida por los israelíes como Guerra de la Independencia o Guerra de
Liberación, fue el primero de una serie de conflictos armados que enfrentaron
al Estado de Israel y a sus vecinos árabes, en lo que se conoce globalmente
como el conflicto árabe-israelí.
Un día después de la creación del
estado israelí los países de la liga árabe (Egipto, Siria, Irak, Líbano,
Transjordania) se vieron inconformes e iniciaron la invasión del territorio
israelí y cinco ejércitos árabes invadieron las franjas de territorio asignadas
a Israel con el objeto de destruir el naciente estado judío. Durante la lucha,
según el mediador de la ONU en la zona, unos 472.000 árabes abandonaron sus
hogares huyendo del peligro. Planeaban volver después de una victoria árabe y
la destrucción del estado judío
En la guerra intermitente que tuvo lugar
durante los siguientes 15 meses (con varias treguas promovidas por la ONU),
Israel conquistó un 26% adicional del antiguo mandato británico, mientras que Transjordania
y Egipto ocuparon la parte restante destinada por la ONU al Estado
árabe-palestino: Egipto ocupó Gaza y Transjordania se anexionó Cisjordania y
Jerusalén Este, refundando el país con el nombre de Jordania.
La guerra provocó miles de desplazados en
ambos sentidos: árabes de la zona israelí fueron obligados a desplazarse a las
vecinas Gaza y Cisjordania, y también a otros países árabes más alejados, dando
origen al problema de los refugiados palestinos, que todavía hoy perdura. En la
zona israelí quedaron 100.000 árabes, que adquirieron la nacionalidad
israelí y que, en general, gozaron de los derechos plenos de ciudadanía a
partir de 1950.
LA
CRISIS DE SUEZ
(1956)
En 1954, Gamal Abdel Nasser llega al poder en
Egipto dando un giro espectacular a la política exterior del principal país
árabe. Apoya la FLN argelino, propone una política de unidad árabe contra
Israel y, tras participar en la Conferencia de Bandung se une al Movimiento de
los Países No Alineados, jugando a la equidistancia entre el Este y el Oeste.
La reacción norteamericana fue inmediata poniendo fin a las negociaciones que
debían financiar la gran obra de la presa de Assuan en el Nilo.
La respuesta de Nasser no se hizo esperar: el
26 de julio de 1956 anunció la nacionalización del canal de Suez. Francia y
Gran Bretaña, principales accionistas y beneficiarias del uso del canal deciden
intervenir militarmente. Israel, inquieta ante las amenazas de Nasser decide
ayudar en la intervención.
El 29 de octubre, Israel ataca la península
del Sinaí que ocupa en pocos días. El 31 de octubre tropas franco-británicas
inician los ataques que culminan con el control por parte de grupos de
paracaidistas de Port-Said y el desembarco de tropas.
Esta acción de las dos antiguas potencias
coloniales se encontró con la reacción inmediata de las dos superpotencias. El
5 de noviembre, la URSS amenaza a los agresores con represalias atómicas. Los
EE.UU., que temen que el mundo árabe y todo el Tercer Mundo bascule hacia el
bloque soviético, presionan a París y Londres para que cesen en su
intervención.
LA
GUERRA DE LOS SEIS DÍAS
En 1967 el líder egipcio Nasser pidió a
Naciones Unidas que retirara a los cascos azules de Gaza, el Sinaí, y de las
islas de Tiran y Sanafir (a la entrada del Golfo de Eilat-Aqaba), pedido el
cual Naciones Unidas, en ese entonces presididas por U Thant, accedió
sorprendentemente. Egipto movilizó 80.000 soldados en el Sinaí y ocupó las
islas del golfo de Aqaba el 22 de mayo. Esto volvió a poner en peligro la
salida de los barcos israelíes al mar Rojo, y fue considerado una provocación
para el gobierno israelí. En ese mismo mes, Egipto, Siria e Iraq firmaron un
pacto de defensa mutua. El 5 de junio de 1967, ante la negativa egipcia de
desbloquear el golfo de Aqaba, y ante la nueva realidad estratégica, Israel
bombardeó la aviación egipcia situada en la península del Sinaí previendo un
inminente ataque árabe, comenzando de esta forma la guerra de los Seis Días.
En los seis días que duró la guerra, Israel
conquistó la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, la península del
Sinaí y los Altos del Golán (Siria).
La oleada palestina de refugiados fue de unas
300.000 personas, de los que casi un tercio eran refugiados por segunda vez. La
mayoría se exilió en Líbano, Jordania, Siria y los estados del golfo Pérsico.
En 1967 Naciones Unidas proclamó la resolución 242 por la que urgía a Israel a
retirar su ejército de los territorios ocupados durante la guerra de los Seis
Días. Sin embargo, Israel incentivó asentamientos de judíos en los territorios
ocupados.
El texto de la resolución es ambiguo en
cuanto a si exige a Israel una retirada de todos los Territorios Ocupados en la
guerra o de parte de los territorios La resolución también llama al mutuo
reconocimiento de los Estados y al respeto del derecho a existir dentro de
fronteras seguras e internacionalmente reconocidas, elemento que la dirigencia
palestina ignoró hasta el año 1988.
La resolución también declara la necesidad de
garantizar la libre navegación sobre aguas internacionales en la zona (uno de
los elementos desencadenantes de la guerra) y la justa resolución del problema
de los refugiados, sin especificar el significado del término “justa
resolución” y sin limitar su extensión a los refugiados palestinos solamente.
GUERRA
DEL YOM KIPUR
La Guerra del Yom Kipur, fue un conflicto
armado entre Israel y los países árabes de Egipto y Siria, que tuvo lugar
durante octubre de 1973. Egipto y Siria iniciaron el conflicto para recuperar
los territorios que Israel ocupaba desde la guerra de los Seis Días de 1967.
Ambas partes sufrieron graves pérdidas, aunque Israel mantuvo los territorios
conquistados.
El 6 de octubre de 1973, día del Yom Kipur,
fiesta judía, Egipto y Siria lanzaron su ataque contra Israel. La fecha había
sido escogida con cuidado ya que la mayoría de la población israelí estaba en
sus casas o de festejos. El Ejército egipcio cruzó rápidamente el canal de Suez
superando rápidamente las defensas judías. Dada la escasa movilidad del
invasor, se optó por ocupar una franja del Sinaí y fortificar posiciones. Al
mismo tiempo, las fuerzas sirias avanzaron en los Altos del Golán.
Superado el impacto del golpe militar y el
alto número de bajas, a mediados de octubre Israel había movilizado a sus
tropas y había lanzado una serie de contraataques en ambos frentes. Desplazó a
los sirios de los Altos del Golán, al mismo tiempo, avanzaba en la
contraofensiva del Sinaí, haciendo retroceder a los egipcios más allá de sus
fronteras y cruzando el canal de Suez, situando unidades blindadas a 40
kilómetros de El Cairo.
Tras la resolución de la ONU de 22 de
octubre, se llegó a un alto el fuego el día 25. Egipto comenzó por alejarse de
las tesis soviéticas y acercarse a Estados Unidos. Siria mantuvo sus posiciones
de vinculación con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ambas
partes se consideraron vencedoras.
Independencia de India.
La primera guerra de independencia se produjo
en 1857 y el detonante fue el uso de grasa de cerdo o vaca en los cartuchos de
los rifles. Como tenían que morderlos en los extremos para usarlos, los
soldados indios lo consideraron una ofensa contra sus creencias, pues el simple
contacto con la grasa les hacía intocables para su gente, lo que motivó que
varios regimientos se rebelaran contra los británicos, quienes les dominaron
sin dificultad, tras lo que se decidió que para administrar mejor el
territorio, la India sería gobernada directamente por la Corona británica,
representada por un virrey, y aunque la reina Victoria prometió a los indios el
mismo trato que a los ingleses, en la práctica continuaron teniendo un estatus
inferior.
Los siguientes años se caracterizaron por
manifestaciones independentistas y la emersión de líderes que alentarían el
orgullo y el patriotismo indio, como Rabindranath Tagore, considerado filósofo.
En 1885 un grupo de intelectuales indios se unió para formar el Partido
Nacionalista del Congreso, que aunque 5 años después habría conseguido logros
importantes no pudieron atraer a las masas musulmanas (el Islam es la segunda
religión más importante de la India después del hinduismo) quienes formaron la
Liga Musulmana, una de cuyas demandas era la partición de la India para tener
un estado musulmán independiente.
A pesar de que los sentimientos
antibritánicos crecían, en la I Guerra Mundial la India apoyó a Gran Bretaña
con un ejército de más de un millón de soldados, pero las numerosas bajas y los
graves problemas económicos hicieron surgir todavía más fuerte el sentimiento
nacionalista y aunque los británicos les ofrecieron la titularidad de los
Ministerios menos importantes y la promesa de una autonomía gradual, una
impopular ley de 1919 supuso un nuevo paso hacia atrás.
Esta ley, aprobada para investigar la
existencia de una posible conspiración, contemplaba medidas como el poder del
virrey para controlar a la prensa, detenciones sin orden judicial y prohibición
del derecho de reunión. En aquellos años Gandhi, joven abogado, hoy
referente del anarquismo pacifista, había viajado a la Sudáfrica del Apartheid para
defender los derechos de los trabajadores indios ante el abuso de los patrones,
para lo que hizo uso de la resistencia pacífica y la desobediencia civil,
con medidas como no pagar impuestos, manifestaciones y huelgas, sin usar la
violencia ni las armas y aunque miles de indios fueron azotados, fusilados y
encarcelados logró que se aboliera esa legislación racista.
A la vuelta a su país abandonó la vestimenta
occidental, adoptó la autóctona y continuó con sus ideas como arma más efectiva
contra la injusticia. Su simplicidad cautivó a millones de indios, quienes le
empezaron a llamar Mahatma o “Alma Grande”. Cuando en 1939 Gran Bretaña declaró
la entrada de la India en la II Guerra Mundial sin consultarles
siquiera, millones más de indios se unieron a Gandhi, y entre su obstinada
resistencia y las preocupaciones por tan catastrófica contienda Gran Bretaña
acabaría replegándose a las demandas indias, liberando a todos los presos
políticos y concediéndoles la independencia en 1947.
La emancipación supuso la división de la
India en Pakistán al oeste, Bangladesh al este como región dependiente de ella
(ambas musulmanas) y la India en medio (hindú), aunque la discriminación y el
abandono económico provocarían la autonomía de Bangladesh como nación en 1971.
Seis meses después de lograda la independencia, Gandhi fue asesinado por un
fanático hindú que le responsabilizaba erróneamente de la partición de la
India, aunque nunca estuvo a favor.
Sus últimos años se supo que tenía como
costumbre compartir la cama con niñas desnudas, como prueba de autocontrol
sobre su celibato, experimentos que nos resultan repulsivos aunque todas sus
acciones, como la dieta a base de vegetales crudos, estaban enmarcadas en una
compleja filosofía. Hoy día la India es una nación con un gran potencial de
desarrollo. Los economistas predicen que al ritmo actual de crecimiento en 2050
será la tercera economía del mundo, por detrás de EEUU y China, pero eso no
significa calidad de vida pues tiene la mayor concentración de personas pobres
del planeta.
Guerra de corea.
La península de Corea, posesión japonesa,
había sido ocupada por la URSS y EE.UU. en 1945 tomando como línea de división
el paralelo 38º. El estallido de la guerra fría tuvo como resultado la
partición de este país en dos estados: Corea del Norte, donde en 1948 se
estableció una "república popular", es decir, una dictadura comunista
dirigida por Kim Il Sung; y Corea del Sur, donde ese mismo año Syngman Rhee
estableció una férrea dictadura pro-norteamericana.
El triunfo de la revolución comunista en
China el 1 de octubre de 1949 alteró completamente el equilibrio geoestratégico
de Asia. Stalin, que venía de sufrir serios reveses en Europa (fracaso del
bloqueo de Berlín o el cisma yugoslavo), no pudo resistir la tentación de
recuperar terreno en Asia y dio su acuerdo a un ataque norcoreano a Corea del
Sur.
Así, el 25 de junio de 1950, las tropas de
Kim Il Sung atravesaron el paralelo 38º y avanzaron triunfalmente hacia el sur.
El régimen surcoreano apenas pudo mantener un pequeño territorio en torno a
Pusan.
La reacción norteamericana, para la sorpresa
de Stalin, fue inmediata. Washingto pidió la convocatoria del Consejo de
Seguridad de la ONU y consiguió un mandato para ponerse al frente de un
ejército que hiciera frente a la agresión norcoreana. La ausencia del delegado
soviético, que había rechazado asistir a las reuniones del Consejo como
protesta por la negativa norteamericana de aceptar a la China Popular en el él,
propició esta resolución.
Las tropas multinacionales de la ONU, en la
práctica el ejército norteamericano al mando del general MacArthur, recuperaron
rápidamente el terreno perdido y el 19 de octubre tomaron Pyongyang, la capital
de Corea del Norte.
Tres días antes, el 16 de octubre, tropas
chinas con masivo apoyo militar soviético penetraron en Corea haciendo recular
al ejército norteamericano. El 4 de enero de 1951, las tropas comunistas
retomaron Seul.
En ese momento, MacArthur propuso el
bombardeo atómico del norte de China. Tanto el presidente Truman como la
mayoría del Congreso reaccionaron alarmados ante una reacción que podía llevar
al enfrentamiento nuclear con la URSS. En un enfrentamiento cada vez más
abierto, Truman destituyó a MacArthur entre las protestas de la derecha
republicano y lo sustituyó por el general Ridgway.
La URSS por su parte manifestó su intención
de no intervenir en el conflicto y su deseo de que coexistieran dos sistemas
diferentes en la península. El "empate militar" llevó a la apertura
de negociaciones que concluirán el julio de 1953, poco después de la muerte de
Stalin, con la firma del Armisticio en Panmunjong. En él se acordó una nueva
línea de demarcación que serpentea en torno al paralelo 38º.
La pervivencia del régimen comunista norcoreano ha
hecho que esta "frontera de la guerra fría" haya sido la única que ha
pervivido hasta el siglo XXI.
Crisis de los misiles.
Cuba había sido un país estrechamente ligado
a los intereses norteamericanos desde su independencia de España en 1898. La
revolución de Fidel Castro en 1959, que en un principio no se definía como
comunista pero que tenía una clara orientación nacionalista, comenzó a tomar
medidas que lesionaban los intereses estadounidenses. La reacción de Washington
fue inmediata: ruptura de relaciones en 1961, imposición de un bloqueo
económico, excluyó a Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos) y
organizó, mediante operaciones secretas de la CIA, una fallida invasión de
emigrados anticastristas en Bahía de Cochinos o Playa Girón en abril de 1961.
En ese contexto, el régimen de Fidel Castro
viró hacia el alineamiento con el bloque soviético y el establecimiento de una
dictadura comunista en la isla.
En octubre de 1962, aviones espías
norteamericanos U2 detectaron la construcción de rampas de misiles y la
presencia de tropas soviéticas. El 22 de octubre, con el apoyo claro de sus
aliados occidentales, Kennedy toma una medida de gran dureza: establece una
"cuarentena defensiva", es decir, un bloqueo de la isla, desplegando
unidades navales y aviones de combate en torno a Cuba. Si los navíos soviéticos
intentaran forzar el bloqueo, el conflicto armado entre los dos superpotencias
estaba servido.
Fue el momento de la guerra fría en que más
cerca se estuvo del enfrentamiento directo entre la URSS y EEUU y de la
hecatombe nuclear. Finalmente, tras negociaciones secretas, Kruschev lanza una
propuesta aceptada por Kennedy: la URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio
del compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de los
misiles Júpiter que EE.UU. tenía desplegados en Turquía.
El mes siguiente la URSS desmonta y repatría
su material bélico ofensivo y EE.UU. levanta el bloqueo.
La rápida solución de la crisis muestra la
eficacia de la estrategia de la disuasión (la amenaza del holocausto nuclear
frena el aventurerismo de las potencias) y la importancia del diálogo ente las
dos superpotencias. En ese momento se instala una comunicación directa entre la
Casa Blanca y el Kremlin para mejor desactivar cualquier crisis o malentendido:
el "teléfono rojo".
Tras la crisis de Cuba, la coexistencia
pacífica toma plenamente carta de realidad. La coexistencia entre los bloques
se compatibiliza con la cohesión interna en ellos. Por un lado, Macmillan y De
Gaulle no dudan en apoyar incondicionalmente a Kennedy; por otro, la Cuba de
Castro se convierte en un fiel aliado de Moscú a cuyos intereses expansionistas
va a servir en los años setenta enviando cuerpos militares
expedicionarios a Angola, Mozambique o Etiopía.
Carrera Espacial.
Este término significa en Afrikaans,
variante sudafricana del holandés, separación. Apareció oficialmente en
Sudáfrica en 1944 y sirve para designar la política de segregación racial y de
organización territorial aplicada de forma sistemática en África del Sur, un
estado multiracial, hasta 1990.
El objetivo del apartheid era
separar las razas en el terreno jurídico (Blancos, asiáticos, Mestizos o Coloured,
Bantúes o Negros), estableciendo una jerarquía en la que la raza blanca
dominaba al resto (Population Registration Act) y en el plano geográfico
mediante la creación forzada de territorios reservados: los Bantustanes (Group
Areas Act).
En 1959, con el Self Government Act el apartheid alcanzó
su plenitud cuando la población negra quedó relegada a pequeños territorios
marginales y autónomos y privada de la ciudadanía sudafricana.
Hasta ese momento, Sudáfrica con sus
importantes riquezas mineras y su situación geoestratégica se había alineado
con el bloque occidental. Sin embargo, el sistema racista hizo que, en un
momento en que se desarrollaba la descolonización, las presiones de la
comunidad internacional se acrecentaran contra el gobierno de Pretoria.
En 1960 fue excluida de la Commonwealth.
En la ONU se planteó la demanda de sanciones. En 1972, Sudáfrica quedó excluida
de los Juegos Olímpicos de Munich ante la amenaza de boicot general de los
países africanos. Finalmente en 1977, el régimen sudafricano fue oficialmente
condenado por la comunidad occidental y sometida a un embargo de armas y
material militar, y en 1985, el Consejo de Seguridad de la ONU llamó a los
estados miembros a adoptar sanciones económicas.
En todas estas condenas internacionales hubo
una cierta hipocresía. En el marco de la guerra fría el régimen racista fue
visto por Europa y los Estados Unidos como un muro de contención a la expansión
del comunismo en África. Moscú, por el contrario, animó la lucha contra el apartheid armando
a Angola y Mozambique, países cuyos gobiernos pro-soviéticos se enfrentaban a
guerrillas subvencionadas por Occidente y apoyadas por Sudáfrica. En el marco
de ese conflicto, el ejército surafricano hizo diversas incursiones en el
territorio de sus países vecinos.
El fin de la guerra fría precipitó el fin del apartheid.
El presidente Frédérik de Klerk, tras diversas negociaciones con los
representantes de las comunidades étnicas del país, puso fin al régimen racista
en junio de 1991. En adelante la población negra recuperó sus derechos civiles
y políticos.
El proceso culminó con la llegada Nelson
Mandela, mítico militante anti-apartheid que había pasado veintisiete años en
la cárcel, a la presidencia de la República de Sudáfrica.
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